El Parlamento israelí ha aprobado una ley fundamental de Estado-nación judía. Es una continuidad de la concepción sionista, supremacista, de desprecio a los originales habitantes, los palestinos, en ese territorio, Palestina, que poco a poco quieren engullirse bajo la atenta mirada y complicidad de la Comunidad Internacional. La cuestión es: ¿se va a seguir así o por el contrario hay que restringir su colonialismo?
Los grupos que apoyan la ruptura con ese supremacismo, ante la inoperancia y complicidad de sus Gobiernos, apoyan el boicoteo, las desinversiones y las sanciones a este Israel. Pero sería hora de que los Gobiernos democráticos y que defiendan los derechos humanos les secundasen
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