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El trabajo digno para una vida digna

Santiago González Vallejo

Economista. Ligado a diferentes asociaciones y plataformas. Cofundador del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Ha trabajado en USO en acción sindical y en la Secretaría de Acción Internacional y Desarrollo Sostenible. Cree que un problema democrático es la falta de redistribución económica.

28 agosto 2010

En estos tiempos de crisis en un mundo globalizado y donde se entremez clan valores solidarios, pero fundamentalmente competitivos, especulativos y de búsqueda de lucro individual es preciso remarcar las prioridades si queremos que los debates sean fructíferos. Creemos que el lema, «Trabajo digno para una vida digna», incide en que es la centralidad del trabajo y de las personas que lo ejecutan (con las condiciones que lo hacen posible) la que debe marcar las políticas públicas (pero también las privadas).

La crisis, pero también antes de ella, el paro, la economía informal y precaria, ha originado en los países occidentales y no digamos en otros ámbitos geográficos, que haya millones de trabajadores y trabajadoras con carencias económicas que les limita tener una vida digna, con derechos y con una potencialidad de mejora para ellos y sus familias. Esto se agrava con la emergencia del fenómeno en una cantidad nada despreciable del llamado trabajador pobre, muchas veces afecta a la mujer trabajadora, aquel que teniendo trabajo, su salario o ingreso no es suficiente para que su nivel de vida supere el nivel de pobre. Los trabajadores que ni siquiera llegan a nivel de mileuristas o/y con obligaciones de gasto familiar son los que pueden engrosar este colectivo.

En el Informe de la Oficina Internacional del Trabajo de enero de 2010, se hablaba de 210 millones de trabajadores desempleados en el 2009, 34 millones más que en el año 2007, al comienzo de la crisis. De esa cifra se calcula que 81 millones son jóvenes. El cálculo de trabajadores y sus familias con menos de 1,25 dólares era de 625 millones. Y los trabajadores vulnerables ¡1.500 millones!

Frente a estas carencias y desigualdades se ha forjado la definición de trabajo digno, aquel que se debe desarrollar en un contexto social pleno de derechos y garantías. Es un concepto nacido en el seno de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo internacional tripartito, donde participan Gobiernos, empleadores y sindicatos. El trabajo decente es el punto de convergencia de cuatro objetivos estratégicos: el cumplimiento de los derechos fundamentales en el trabajo; el empleo; la protección social y el dialogo social.

El empleo en su aspecto cuantitativo que haya empleo para todos y todas. Que ese sea el objetivo de las políticas económicas, incluyendo las presupuestarias y comerciales. Estamos en un mundo globalizado, donde hay libertad de movimientos de mercancías y de capitales. Frente a la capacidad de regulación que tenían los Estados para consolidar derechos, garantías y prestaciones, la desregulación que ha habido en estas últimas décadas ha impuesto otras normas o la ausencia de ellas. Lo que ocurre en la parte más alejada del planeta nos afecta, antes o después. De la mejora del nivel de vida de la última aldea de China o de ?frica depende de cómo será nuestro futuro en pocos años. Estamos en un mundo interconectado, donde los estímulos al consumo, la huida de la pobreza, la búsqueda de nuevas oportunidades incentivan los movimientos migratorios.

Las estructuras económicas y sociales existentes forjadas durante años reciben golpes o renovaciones constantemente. Se intercambian los fenómenos de deslocalización, dumping laboral o medioambiental, abandono de tareas productivas, que incluso pueden provocar el abandono y desertización de áreas geográficas con, contemporáneamente, elaboración de nuevos productos o servicios, invenciones o innovaciones que trastocan todo el tejido productivo.

Aquí vuelve otra vez la reivindicación del trabajo digno. Es el que garantiza un proceso de globalización más justo, porque impone la necesidad de avanzar hacia un nuevo Contrato Social Mundial que garantice su universalización, basado en el respeto al trabajo humano y a todos los valores inherentes a él: la libertad, la solidaridad, la democracia, la educación, la paz o la justicia social. El Trabajo Digno está anclado en los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM) . Esto es así, porque uno no se puede lograr sin los otros. Al fin y al cabo, los ODM, aunque se extienden en objetivos de salud, educación, no discriminación por género y desarrollo económico (donde está el tema del trabajo digno más explícitamente) todos ellos lo que tratan es elevar, de forma universal, para todos los habitantes del planeta, unas condiciones de vida digna, elemento necesario para ejercer la ciudadanía.

La protección social (salud, sistemas de protección por desempleo, accidentes y pensiones y formación continua que mejore la empleabilidad de las personas desocupadas, pero también otras políticas sociales y familiares) se consigue con una fiscalidad apropiada. Para lograr esa protección social es preciso que haya sistemas fiscales en los países, progresistas, equitativos y suficientes. Y esto también forma parte del trabajo digno. Porque una de las causas de la actual crisis económica es que durante las últimas décadas, en todos los países, ha habido una mayor desigualdad y ha disminuido el porcentaje de la renta de los asalariados frente a los detentadores del capital, por lo que las familias trabajadoras de los países occidentales han mantenido niveles de consumo gracias a préstamos, hasta que se ha acabado esa forma de huída hacia delante.

El trabajo digno una estrategia de desarrollo y de ciudadanía porque las políticas de un país tienen que ir acompasadas al índice de desarrollo humano. Eso permite decir que su cumplimiento es garantía de sostenibilidad del desarrollo. Porque incluye la ratificación, cumplimiento (porque hay mecanismos de inspección, control y sanción, incluyendo a las multinacionales) de las Normas Internacionales del Trabajo establecidas por la OIT, entre las que están la libertad sindical, remuneración justa, no discriminación por género, origen-¦ Porque se hace en un marco de diálogo social , entre empleadores y sindicatos, o entre estos y el Gobierno, en un plano de libertad para organizarse, para poder participar en los debates y transaccionar sus acuerdos. Lograr una verdadera negociación colectiva y diálogo social equlibrada y de buena fe. En definitiva el trabajo digno para una vida digna

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