Los sionistas, muchos, no todos, israelíes o ciudadanos de otro lugar, tienen empatia con la ocupación de Palestina, de cualquier parte de Palestina. Ya puede haber nuevas expropiaciones manu militari, un Muro que entra en Cisjordania, la esquilmación del agua, o todas las leyes de ocupación contraria a las Convenciones de Ginebra que no ven, oyen o escuchan. No tienen empatía por el sufrimiento, por los refugiados, por los presos, por las vidas prisioneras de los gazatíes…
Hacemos nuestras las palabras del museo del holocausto: ‘no serás un agresor; que tampoco serás una víctima; y que nunca, en ningún caso, un espectador’. Eso es lo que hace la campaña de boicot a este Israel, a estos sionistas, no por sus ideas anti éticas y moralmente rechazables, si no por sus actos ilegales ante el derecho internacional. Y este boicot lo hacen algunos israelíes, muchos judios, cristianos o musulmanes que también pueden ser palestinos.
No es un asunto religioso. Es un asunto de derechos humanos y su defensa. Y se supone que la Constitución española es más cercana a los valores de los derechos humanos que a la defensa de la ilegalidad internacional. No es un asunto de derechas o de izquierdas, es de respeto al derecho internacional o no. No se puede aceptar la ocupación. Hay que defender a las víctimas, los palestinos y no quedarse como un espectador equidistante.
Repetimos, contra la Sudáfrica supremacista blanca que tenía la complicidad de muchos gobiernos y de alguna gente, entre ellos este Israel, se lanzó una campaña de boicot por parte de la ciudadanía que muchas entidades locales hicieron suya. Como actitud cívica, para no ser espectadores y sí protagonistas de la defensa de la justicia.
Santiago González Vallejo, Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, Madrid
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