Un lector se quejaba de la exageración de denominar “muro” al construido en Israel en los territorios ocupados, incluido Jerusalén (10/X/2005).
Para dar una prueba de cómo se está haciendo, con impunidad, dada la pasividad occidental –y aquí meteríamos al Gobierno español y al resto de los partidos que lo apoyan porque ni siquiera solicitan la suspensión del acuerdo de asociación entre Israel y la UE–, se podría citar el muro que se ha hecho en medio de un colegio: de Anata, en Jerusalén. De 8 metros de alto, el muro pasa por el patio de la escuela de hombres, aislando la cancha de fútbol y de voleibol del edificio, y deja a los 800 alumnos un espacio estrecho y limitado. Los trabajos para erigir el muro en el patio comenzaron el 29 de septiembre de 2005 sin advertencia previa. El Gobierno israelí aprobó en julio el trazado del muro de separación alrededor de Jerusalén Este.
Una vez construido, pasará por dos barrios palestinos, dejando a un cuarto de la población árabe total, es decir, 55.000 residentes de Jerusalén Este, anexado y ocupado, aislados en el lado oriental (palestino). De hecho, y por su trazado, anexiona importantes porciones de territorio palestino en Cisjordania y hace poco menos que imposible la creación de un Estado palestino viable. Según un veredicto del 9 de julio del 2004, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) declaró ilegal la construcción de este muro y exigió su desmantelamiento. Otro tanto hizo la Asamblea General de la ONU. Demandas que Israel ha ignorado y que Occidente consiente.
http://hemeroteca.lavanguardia.com/edition.html?edition=LVG%20Barcelona&bd=14&bm=10&by=2005&ed=14&em=10&ey=2005&page=3
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